El tesoro, valorado en US$500 millones y que se hundió en el mar, había sido extraído por nativos explotados por los españoles, trabajando en condiciones infrahumanas en el Virreinato del Perú. Ahora que fue recuperado, ¿a quién le pertenece: a España, a Perú o a la empresa que lo encontró?
Las 17 toneladas de oro y plata que eran transportadas en un buque español hundido en 1804 son propiedad de España, según un fallo de la justicia estadounidense.
Tribunales estadounidenses fallaron a favor de los españoles en una disputa entre ese país y la empresa cazatesoros norteamericana Odyssey, que encontró el cargamento del buque Nuestra Señora de las Mercedes, hundido en el Pacífico. Dijeron que se trataba de un buque de guerra que estaba bajo soberanía española. La corte ignoró reclamos de Perú, cuyas autoridades dicen que la Convención del Derecho del Mar estipula que los tesoros recuperados pertenecen al país de origen. El tribunal afirmó que ese país es España, pues en esa época Perú era una colonia española.
Muchos peruanos consideran que el tesoro les pertenece porque los españoles se lo llevaron por la fuerza. En la Colonia, grandes cantidades de nativos de los Andes tuvieron que extraer el metal trabajando en condiciones inhumanas.
“Los españoles fueron genocidas con los indígenas peruanos, de los cuales miles millones murieron bajo los socavones de las minas buscando el metal”, dijo Rodolfo Rojas Villanueva, quien lidera un movimiento de activismo cultural, social y ecológico denominado Patria Verde.
El tesoro llegó a España el 25 de febrero y sus autoridades desestimaron las pretensiones de Perú sobre él. El ministro de Educación de España, José Ignacio Wert, dijo que el tesoro podría volver a América Latina solo en calidad de préstamo.
Se trata de 594.000 monedas mayormente de plata, y algunas de oro, fabricadas con el metal que los españoles explotaron con mano de obra indígena, en lo que hoy es territorio de Perú, Bolivia, Chile y Colombia.
El Virreinato del Perú fue una de las más importantes fuentes de riquezas del imperio español. La explotación de las minas alcanzó niveles industriales con la instauración de la mita minera, sistema de trabajo comunitario usado por los incas, que durante la Colonia se convirtió en una forma de explotación que causó gran mortandad entre los indígenas.
Miles de indios estaban obligados a trasladarse desde sus pueblos hasta las minas de Potosí, en territorio de la actual Bolivia, y a las minas de mercurio de Huancavelica, en el sudeste de Perú, para trabajar durante un año en jornadas de hasta 20 horas diarias.
La empresa Odyssey Marine Exploration, con sede en Tampa, recuperó el tesoro en 2007 a unas 100 millas al oeste de Gibraltar. Al enterarse España del hecho reclamó la posesión. Odyssey puso entonces el tesoro en custodia de las cortes estadounidenses para que éstas decidieran sobre su pertenencia. Los tribunales, sin embargo, se declararon incompetentes para ejercer jurisdicción y resolvieron que el tesoro debía continuar curso hacia su destino, el iniciado en 1804. El caso llegó a la Corte Suprema, que avaló los fallos previos.
Perú afirma que las monedas de Las Mercedes constituyen su patrimonio cultural y cuestionó los fallos.
“No es posible que un cargamento originado en el Perú, que en más del 90% era producto de los brazos y las manos de trabajadores peruanos, no se considere esto a la hora de razonar a quién pertenece el cargamento”, expresó el embajador peruano en Washington, Harold Forsyth.
Además de Odyssey y Perú, también reclaman el tesoro descendientes de Diego de Alvear y Ponce de León, un político y militar español que llevaba su fortuna en Las Mercedes, y descendientes de comerciantes que tenían dinero en el barco.
Un día antes que Las Mercedes llegara al puerto de Cádiz fue interceptado por una flotilla de naves inglesas. Al no detenerse, el buque español fue atacado y explotó, hundiéndose con su carga.
El ex canciller José Antonio García Belaúnde, bajo cuya gestión se presentó el reclamo por el tesoro de Las Mercedes, considera que Perú tiene argumentos para seguir litigando. “Existía una entidad, existía un país que era una colonia, pero que después se independizó, que se llama Perú, y esa plata le pertenecía a ese territorio, porque fue acuñada en ese territorio”, sostuvo.
Otros, no obstante, creen que Perú debería desistir y optar por una negociación amistosa con España. “El gobierno del Perú está en una magnífica posición para recomenzar, dejar de lado toda querella judicial e ir a una conversación amigable debidamente sustentada en la normatividad internacional... El patrimonio cultural se preserva por las buenas”, afirmó la historiadora peruana Mariana Mould de Pease.
En España, la mayoría de los historiadores defienden la pertenencia de las monedas a su país. Empero, algunos piensan que sería una deferencia prestar parte del tesoro a Perú.
“No estaría en contra de que hubiese un intercambio”, explicó Marina Alfonso, profesora de Historia Contemporánea de la Universidad Uned en Sevilla y experta en el tráfico marítimo entre América y Europa en la colonia. “Estaría muy bien que se les entregase una parte, si no en propiedad, en depósito, como mensaje de hermandad”.
Respecto de los argumentos de Perú para reclamar las monedas, reiteró que en aquel entonces Perú no existía como república.
“Lo más probable es que la plata de las monedas proviniera de Potosí”, dijo Alfonso. “Si vamos a ver de dónde se extraía esa plata antes de ser acuñada en Lima, Perú no tendría posibilidad alguna de mantener la propiedad, puesto que Potosí está en la actual Bolivia”.
El Gobierno boliviano manifestó interés en el tesoro cuando se desarrollaba el juicio en Estados Unidos, pero se abstuvo de intervenir como litigante por considerar que sus argumentos eran “débiles”, según dijo el ministro de Culturas Pablo Groux en entrevista con la AP.
Groux señaló que según lo establecido por los peritos en numimástica, las monedas de Las Mercedes fueron acuñadas en cuatro lugares --Lima (en lo que es hoy Perú), Potosí (Bolivia), Popayán (Colombia) y Santiago en Chile-- y que una parte pertenecía a comerciantes de la época que llevaban su dinero a España.
“No podemos decir que todo el cargamento nos pertenecía o que salió de Potosí... consideramos que la estrategia debe ser diplomática”, sostuvo.
Por ello, dijo, Bolivia a través del embajador español en La Paz, formalizó una solicitud a España para que entregue parte del hallazgo a la casa de Moneda de Potosí, y actualmente aguardan una respuesta de las autoridades españolas.
Wert, el ministro español, declaró que “ninguna posibilidad está excluida”, dando a entender que España consideraría prestar el tesoro.
Ese gesto no sería suficiente para el colombiano Rafael Fernández de Lavalle, de 60 años, descendiente del primer Conde del Premio Real, José Antonio de Lavalle y Cortés, hijo de españoles nacido en Perú.
Fernández de Lavalle refuta el argumento aceptado por la justicia estadounidense de que el buque español estaba en misión militar, pues asegura que sólo el 24% de la carga era de la corona española, mientras que el 76% pertenecía a comerciantes, entre ellos su antepasado, que era exportador de cacao, quienes enviaban su dinero a sus familiares en España.
“La fragata no estaba en funciones militares... En el fondo esto es una expropiación”, aseguró Fernández de Lavalle, quien recuerda desde niño haber escuchado a su madre decir que tenían una herencia por reclamar en España.
“Lo mío eran unas moneditas... no llega a unas 800 monedas de plata y un pequeño baulito... pero que jartera que saquen lo tuyo y te lo roben de manera tan descarada... (Mi reclamo) es más de orgullo que económico”, dice.
Fernández de Lavalle forma parte del grupo de 17 familias --cuatro colombianas, diez peruanas y tres españolas-- que contrataron un abogado en Tampa y que a través de él han presentado un recurso de casación para que se anule el fallo de la Corte Suprema. No obstante, reconoce que tienen pocas esperanzas de que la Corte revierta su decisión.
En tanto, la empresa Odyssey ha dicho que no cejará en sus esfuerzos para obtener al menos parte del tesoro a lo que considera tiene derecho.
Melinda MacConnel, vicepresidenta de la compañía, señaló que España ha comprometido sus prospectos futuros para proteger su patrimonio cultural en buques naufragados, al haber alegado en el juicio que Estados Unidos no tenía jurisdicción en el caso de Las Mercedes.
Dijo que ahora cualquier cazador de tesoros inescrupuloso que encuentre algo que tenga un interés potencial para España “lo esconderá o lo fundirá”.
Esta no es la primera vez que Perú pelea por recuperar su patrimonio. Durante la gestión de Alan García (2006-2011) emprendió con éxito una campaña para persuadir a la universidad de Yale de devolver centenares de artefactos incaicos extraídos de la ciudadela de Machu Picchu y que habían sido cedidos a ese centro de estudios en calidad de préstamo hacía un siglo.